viernes, 19 de julio de 2013

Volar en el agua


 El kitesurf, deporte extremo nacido en Hawaii en 1998, es elegido en la actualidad por muchísima gente en Argentina. Fusiona el windsurf y el waveboard. 

En una familia el hijo más chico siempre es especial, suele ser el mal criado y sorprende a todos cuando empieza a crecer. Dentro del árbol genealógico de los deportes acuáticos extremos el surf es la madre del windsurf y del waveboard, contando además con otros parientes como el skateboard y el snowboard. En esta historia, el más joven es el que ha causado la revolución, creciendo de golpe y dejando una fuerte marca desde sus inicios y hasta la actualidad. El hijo en cuestión se llama kitesurf, una disciplina que nace en Hawaii en 1998 y que enseguida empezó a sumar adeptos en todo el mundo.

El deporte consta de una tabla que se ata a los pies y una especie de barrilete que vuela aproximadamente 30 metros de altura. Se maneja con una barra y un arnés sostiene a la persona, que se desliza y mueve en el agua propulsada por el viento.

El barrilete llega a Argentina
Producto de la globalización, los videos y las imágenes no tardaron en llegar al país, así que en 1999 el kitesurf desembarcó en estas tierras. De a poco, algunos curiosos –en su gran mayoría del ambiente del windsurf- fueron incursionando en el tema. Uno de ellos fue Gabriel Bergart (37 años), uno de los primeros 20 audaces que saltaron al agua con el kite.

“De arranque fue todo nuevo, no había profesores ni nada, tuvimos que aprender a los golpes. Ya en 2005, con la aparición de los híbridos, se generó un giro radical en el deporte, y es ahí cuando se produce el gran auge que se extiende hasta el día de la fecha”, cuenta El Ruso, que empezó con windsurf en 1990, para luego dedicarse exclusivamente a su actual pasión. Gabriel señala que hoy en día en el Río de la Plata, juntando la zona de San Isidro y Quilmes, no hay menos de 5.000 kites.

Agua dulce, agua salada

-¿Cuáles son las principales ventajas del kitesurf?
- “Algo muy importante es que puede practicarse con tan solo 10 centímetros de agua. Y a su vez, el rango de viento, ya que con 10 nudos (brisa) ya  podés navegar, mientras que con el windsurf necesitás mucho más”.
- ¿Y las mayores diferencias con otros deportes acuáticos?
- “Además de las condiciones para navegar en cuanto al viento y la profundidad del agua, una distinción importante es que, por ejemplo en el surf y el windsurf, ante una situación de peligro te tirás de la tabla, pero en el kite estás atado, y en esos momentos tenés que estar preparado mentalmente para encontrar el deyector, algo que quizás a un chico le cuesta más, motivo por el cual yo aconsejo que no empiecen a practicarlo antes de los 12 años. Además, el kitesurf permite hacer muchas más maniobras, saltos y pruebas, y es mucho más fácil aprender”.
La peligrosidad del deporte no es un tema menor, por lo tanto, Gabriel hace hincapié: “Hoy está muy desarrollado tecnológicamente. Antes se manejaba por dos líneas y ahora por cuatro. Actualmente tiene frenos y en sus comienzos no los tenía. El hecho que sean más seguros hizo que mucha gente se acerque”.

Atrás quedaron el nacimiento en Hawaii a fines de la década del 90´ y la llegada a Argentina. Hoy, con el kitesurf ya instalado en Argentina y en constante crecimiento, El Ruso Bergart, pionero en el país, define a esta disciplina acuática como “la posibilidad de navegar en el agua libre de peso, la libertad en el agua”.

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