El kitesurf, deporte extremo
nacido en Hawaii en 1998, es elegido en la actualidad por muchísima gente en
Argentina. Fusiona el windsurf y el waveboard.
En una familia el hijo más chico siempre es especial, suele ser el mal
criado y sorprende a todos cuando empieza a crecer. Dentro del árbol
genealógico de los deportes acuáticos extremos el surf es la madre del windsurf
y del waveboard, contando además con otros parientes como el skateboard y el
snowboard. En esta historia, el más joven es el que ha causado la revolución,
creciendo de golpe y dejando una fuerte marca desde sus inicios y hasta la
actualidad. El hijo en cuestión se llama kitesurf, una disciplina que nace en
Hawaii en 1998 y que enseguida empezó a sumar adeptos en todo el mundo.
El deporte consta de una tabla que se ata a los pies y una especie de
barrilete que vuela aproximadamente 30 metros de altura. Se maneja con una
barra y un arnés sostiene a la persona, que se desliza y mueve en el agua
propulsada por el viento.
El barrilete llega
a Argentina
Producto de la globalización, los videos y las imágenes no tardaron en
llegar al país, así que en 1999 el kitesurf desembarcó en estas tierras. De a
poco, algunos curiosos –en su gran mayoría del ambiente del windsurf- fueron
incursionando en el tema. Uno de ellos fue Gabriel Bergart (37 años), uno de
los primeros 20 audaces que saltaron al agua con el kite.
“De arranque fue todo nuevo, no había profesores ni nada, tuvimos que
aprender a los golpes. Ya en 2005, con la aparición de los híbridos, se generó
un giro radical en el deporte, y es ahí cuando se produce el gran auge que se
extiende hasta el día de la fecha”, cuenta El
Ruso, que empezó con windsurf en 1990, para luego dedicarse exclusivamente
a su actual pasión. Gabriel señala que hoy en día en el Río de la Plata,
juntando la zona de San Isidro y Quilmes, no hay menos de 5.000 kites.
Agua dulce, agua
salada
-¿Cuáles son las principales ventajas del kitesurf?
- “Algo muy importante es que puede practicarse con tan solo 10
centímetros de agua. Y a su vez, el rango de viento, ya que con 10 nudos
(brisa) ya podés navegar, mientras que
con el windsurf necesitás mucho más”.
- ¿Y las mayores diferencias con otros deportes acuáticos?
- “Además de las condiciones para
navegar en cuanto al viento y la profundidad del agua, una distinción
importante es que, por ejemplo en el surf y el windsurf, ante una situación de
peligro te tirás de la tabla, pero en el kite estás atado, y en esos momentos
tenés que estar preparado mentalmente para encontrar el deyector, algo que quizás
a un chico le cuesta más, motivo por el cual yo aconsejo que no empiecen a
practicarlo antes de los 12 años. Además, el kitesurf permite hacer muchas más
maniobras, saltos y pruebas, y es mucho más fácil aprender”.
La peligrosidad del deporte no es
un tema menor, por lo tanto, Gabriel hace hincapié: “Hoy está muy desarrollado
tecnológicamente. Antes se manejaba por dos líneas y ahora por cuatro.
Actualmente tiene frenos y en sus comienzos no los tenía. El hecho que sean más
seguros hizo que mucha gente se acerque”.
Atrás quedaron el nacimiento en
Hawaii a fines de la década del 90´ y la llegada a Argentina. Hoy, con el kitesurf
ya instalado en Argentina y en constante crecimiento, El Ruso Bergart, pionero en el país, define a esta disciplina
acuática como “la posibilidad de navegar en el agua libre de peso, la
libertad en el agua”.
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