martes, 23 de julio de 2013

Todo por los colores


Inmediatamente de haber descendido River al Nacional B, Fernando Cavenaghi y Alejandro
Domínguez no dudaron ni un instante y manifestaron su deseo de volver al club. Y enseguida esas
ganas se hicieron realidad. “El Cavegol” y “El Chori” se arremangaron y le pusieron el pecho a
aquel histórico momento en el ascenso del fútbol argentino.
Hinchas, colegas, entrenadores, periodistas y la gran mayoría (por no decir todos) del mundo
futbolero elogiaron la heroica decisión. El desenlace ya es conocido, ambos se vistieron de súper
héroes, dejaron de lado muchas cosas, lograron el objetivo de devolver al equipo a Primera
División y se fueron de manera confusa por la comunicación del director técnico Matías Almeyda y
peleados con el presidente Daniel Passarella.

Hoy, con el reciente descenso de Independiente, renació aquello de “ahora los ídolos tienen que
volver a dar una mano”. Hasta el momento, ninguno lo ha hecho. Y paralelamente a la situación
del Rojo, también, como cada libro de pases, volvieron a aparecer en River los nombres de Saviola,
Demichelis, Aimar y compañía. Planteado este escenario, surgen dos preguntas: ¿Es obligación de
estos futbolistas regresar? ¿Son ingratos los que no lo hacen?

Existe un punto común, y es que, billete más billete menos, todos están “salvados”
económicamente. Pero eso no es todo, existen otros puntos importantes a tener en cuenta…no
todos sienten la misma pasión por los colores, no todos tienen las mismas ganas, no todos creen
que es el momento indicado, no todos quieren resignar la buena vida (seguridad, bienestar,
tranquilidad) y además, algo clave es que todos tienen una familia que en muchos casos presiona
para quedarse en el exterior.

Al mismo tiempo, hay que remarcar que no es lo mismo vivir la situación desde el lado del
hincha como desde el lugar que ocupa el jugador, porque más allá que muchos jugadores son
simpatizantes, no es lo mismo…el hincha es hincha y el jugador es jugador.

No existe ingratitud. No hay villanos. No tienen por qué ser odiados aquellos que no vuelven. No
es una obligación, sino una elección que puede no compartirse pero debe respetarse. Eso sí…los
que volvieron son y siempre serán héroes y estarán eternamente en el corazón y en la memoria
del hincha. Y eso es lo que vale, destacar el gesto de esos que volvieron, y no lapidar a los que no.

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